martes, 6 de febrero de 2018

DOMINGO

Domingo de cielo azul
y de alambraos con hilachas.
Y las mejores bombachas
se escaparon del baúl.
El matungo era un gandul
que estaba sin hacer nada,
y ayunaba la bandada
de gaviotas que en montón,
hacían un blanco manchón
allá entre la tierra arada.

Andaba en el desplayao
una bandada de gansos,
que, aunque eran bastantes mansos
las alas le habían cortao.
No se habían desengañao
de su fracaso en el vuelo.
Y, sin despegar del suelo
disparaban viento arriba.
Y haciendo otra tentativa
porfiaban en dir pa’l cielo.

No gritaban ni los teros,
ni los perros me hacían fiesta,
porque dormían la siesta
tiraos entre los aperos.
Las chicas de Ballesteros
en el sulky vi pasar…
y lo pude divisar…
que era el menor de los Britos,
que conversando a los gritos
les galopaba a la par.

La roja yema del sol
la noche se fue tragando
y su boca fue ensuciando
servilletas de arrebol.
Después apagó el farol
de su brillo la laguna
que, siendo la hora oportuna
sosegada se acostó.
Y pa’ dormirse tomó
la pastilla de la luna.

Y como quien borronea
sobre un fondo verde oscuro,
la noche, con poco apuro
pintaba el campo con brea.
Fumaba una chimenea,
bostezaba el cañadón
y el molino rezongón
que adentro’el tanque chorriaba,
era un gigante que miaba
en un enorme fuentón.

Versos de Luis Domingo Berho

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