Criolla
como un entrevero
de
alaridos y tacuara,
que
va vendiendo la cara
como
a pingo parejero.
Tenés
adobao el cuero
por
el humo del fogón,
y de
piedra el corazón
pa’l
rejucilo’e las cargas.
China
de las trenzas largas
y el
flequiyito pompón.
Con ese
mirar bandido
y esa
risita zafada,
me
has enredao la mirada
en el
vuelo’e tu vestido.
Carne
de plumón de nido
aterciopelada
y bello,
más dura
pa’l atropello
que
pucherito de pulpa…
¡Dicen
que jué por tu culpa
que
lo mataron a Cuello!
El vestido
de percal
y la
enagua de festón,
y
ajustao el cinturón
en la
hebilla de metal…
Tu
mirada es un puñal
cuando
el odio te atormenta,
pero
cuando estás contenta
sos
más sedosa que chaira:
si
vas pa’ lo de Moraira,
dale
recuerdo a Vicenta.
Ni un
triste güeso ha quedao
de
tuito lo que jué tuyo,
china
pampa, flor de yuyo,
porque
te han desalojao;
cuando
pasas a mi lao
como
lechera sin cría,
brazo
a brazo me pondría,
frente
a tu destino perro:
¡razón
tuvo Martín Fierro
pa’
dirse a la toldería!
Como juguete
de trampa
te
volvés pura chacota…
¡Por
nada sos compatriota
de
los vientos de la pampa!
Tu carita
es una estampa
de la
virgen de Luján;
ande
tus encantos van,
se
pone el guacho en acecho
y a
vos se te mueve el pecho
mismo
que budín de pan.
Vidalita
del amor,
que
te volaste y te juiste
contrapuntiada
en un triste
que
te compuso un cantor.
Y aura
que sin un rencor,
vos
me abandonás, mi china,
meditabundo
se inclina
ya mi
corazón opreso,
pa’
darte el último beso…
¡la
República Argentina!
Versos de Bartolomé Rodolfo Aprile
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