domingo, 29 de enero de 2017

FIN DEL VIAJE

Escuché siendo muchacho
hombres de decir callado
decir: “¿Dónde hemos llegado,
después que fuimos quebracho?”.
Nos apuran para el tacho,
peleando con este oficio;
solo a mi pingo acaricio
andando de pago en pago,
uno se parece a un vago
que no tiene ni pa’vicios.

Le saca buen sacrificio
quien maneja la tijera,
peón de arreo o sementera
es lo mismo, yo malicio,
y arrancarle un beneficio
no es trabajo pa’ cualquiera.
Mirándolo desde afuera
si no prueba se confunde
y al más guapo se le funde
la vida  con la cansera.

Trabajando por monedas
voy pasando este momento,
reserear es un tormento
pero algún patacón queda.
Manejo mi propia veda
estirando hasta los vicios,
pasando hambre y sacrificio
el mal pago se soporta
y a mi familias le aporta
las miserias de este oficio.

Balancear esta porquera
con alguna diversión
suele ser la solución
pa’l que vive rancho afuera;
si cuadra alguna carrera
me arrimo por curiosear;
tan solo por palpitar
ya que jugar no me gusta,
mi plata siempre anda justa
más bien tirando a faltar.

Solo pensaba en llegar
¡estaba muy preocupado!,
mi familia había quedado
tan pobre como el lugar.
Ni dormí por madrugar,
cobré al fin en un paraje,
quería gritar: “¡Prienda traje
pa’alimentar los pichones,
en el cinto patacones
y pa’ vos, el fin del viaje!”.


Versos de Nicodemo Vicente Mazzone

MALÓN AL AZUL

1
En silencio va la tropa,
completamente desnuda
la indiada feroz, cerduda,
lleva la vincha por ropa;
solo el colihue se arropa
entre las cerdas bizarras,
que a seis dedos’e la moharra
el indio, con tiento crudo,
afianza con fuerte ñudo
como un puñado de garras.
2
Tendido en el costillar
del caballo de pelea,
el feroz bombero husmea
por donde se ha de empezar.
Cauteloso en el andar
-arrastrando va la chuza-
por los gramillales cruza
con el más mínimo ruido;
mientras se escucha el chistido
de la agorera lechuza.
3
Los laques, pétreos racimos,
con sabia y firme estatura,
del cobre de la cintura
sienten el cálido arrimo.
Único y terrible mimo
dado por el indio fuerte
pues la fatídica suerte
que designa a las potreras,
es el ser armas guerreras
para la caza y la muerte.
4
Furia de perras con cría
tienen las bolas de dos
y abren el incendio atroz
cuando las bolas perdidas
con las pajas encendidas
se prenden en las totoras.
Y aunque la noche a esa hora
es de luto y es de llanto,
es alumbrao el espanto
por las luz de cien auroras.
5
De pie la indiada lancea
y comienza la rapiña,
feroz empieza la riña
del gauchaje que jadea,
es desigual la pelea,
más si hay que hacerle cogote,
defenderse del azote
que representa el malón,
allí sangra un corazón
aquí se parte un gañote.
6
Allí está el padre del gaucho
con la res ensangrentada,
a sus pies la esposa amada
que ha caído en la refriega,
en la titánica brega
el facón hecho pedazos
se le ve abierto un brazo,
a manera de un Jesús
que muere sobre la cruz
hecho criba de chuzasos.
7
Desparraman recortaos
los trabucos naranjeros,
y ante los tiros certeros
cáin indios ensangretaos,
hay varones respaldaos
contra los quinchos y horcones
que peliando como liones
van perdiendo las achuras,
y cuajan de melladuras
el filo de los facones.
8
La Iglesia quedó saquiada,
dejaron santos desnudos,
que aquellos indios porrudos
no saben perdonar nada.
Allí entre la caballada,
frente a los mismos altares,
cáin bujías y pilares,
y sin temor a condena
roban la Virgen en pena
con anillos y collares.
9
Azul, quedó hecho cenizas,
mientras la indiada triunfante
retorna alegre, ululante,
sobre el pueblo hecho trizas.
Alegres caras cobrizas
con el flete a media rienda
cada cual lleva su prienda
que es premio del invasor,
cristiana que en el amor
gozará bajo su tienda.
10
Con colosal bamboleo
y amenazando tormentas,
chocaron las cornamentas
de aquel colosal arreo,
se escucha su clamoreo
que nace de las pujanzas
que el tesoro de pitanzas
que en fiero afán los empuja,
picanea y apretuja
la chusma y los media lanzas.
11
Alarido de mujeres,
terrible alarma de teros,
triste balar de terneros,
montañas de menesteres;
que al indio doran placeres
cuando en feroces orgías
se pasan días y días
descogotando sus ganas
ensangrentando catanas
con sus terribles porfías.
                               (Siglo 19)
Versos de Autor Desconocido

(Verso sin título tomado del libro “Cantos Tradicionales Argentinos” de Guillermo A. Terrera, publicado en 1961, donde explica: “Hago constar que este verso solo lo he escuchado de tres o cuatro ancianos, nunca jóvenes… interpretado con música cifra…”).


Por nuestra parte hemos unificado el lenguaje y revisado la puntuación. Así también, en las estrofas 8 y 11 hemos “creado” un verso para completar las estrofas que estaban con 9 líneas; y en la estrofa 5 corregimos la última rima que en la recopilación aparece repetida. Estas correcciones se muestran en letra “cursiva”.

domingo, 22 de enero de 2017

LA CHUZA

En un rincón recostada
del gacho rancho barroso
duerme el sueño silencioso
de pobre cosa olvidada…
alguna mano bronceada
la revoleó en la contienda
y en la envestida tremenda
de los tapes montoneros
hendió pechos y abrió cueros
para escribir su leyenda.

Sirvió de asta a la divisa
que enarbolara un denuedo
y con ella bajó al “ruedo”
de la temeraria lisa…
La madrugada indecisa
la vio pasar cimbradora
dejando atrás a la aurora
en una loca porfía,
por ganarle a cada día
la libertad de una hora.

Galopeó a los cuatro vientos
las cuchillas entrerrianas,
fiel al toque de las dianas
y sumisa a sus acentos
tiritó en largos y cruentos
ambulares silenciosos
en inviernos tempestuosos
plenos de lluvias y escarchas
y se caldeó con las marchas
de veranos bochornosos.

Como un dedo del destino
marcó un rumbo al montonero
y lo llevó al entrevero
con furor de torbellino…
entre el polvo del camino
disimuló sus fulgores
y en los siniestros albores
de la república incierta
brilló el centinela, alerta
de sus gauchos resplandores.

En la historia abrió su trazo
limpio, nítido, implacable,
como el rastro perdurable
del costurón de un hachazo
cimbrando en el férreo brazo
de un criollo guapo y curtido
que embestía enfurecido
como un jaguar sanguinario
defendió su abecedario
y lo salvó del olvido.

Cuando en Caseros cargó
tras ella fue la victoria
aunque lo calle la historia
que siempre la despreció
nadie su triunfo cantó
y silenciosa y modesta
tornó a su arisca floresta
siempre siguiendo al gauchaje
que en las lides del coraje
con ella anduvo de fiesta.

Apuntaló la cumbrera
ya carcomida de un rancho
hasta que algún zafarrancho
lo convirtiera en tapera
sirvió de arco en la carrera
de sortija más mentada
y hasta anduvo soliviada
en la mano de un boyero
cuando corrió el derrotero
de una carreta cansada.

Olvidada en un rincón
duerme en un sueño tendido
como duerme en el olvido
nuestra criolla tradición;
amalhayando el varón
que la venga a despertar,
no para hacerla cimbrar
en lanzazo furibundo
sino para darle al mundo
en un épico cantar.


Versos de Arturo Berrotaveña

domingo, 8 de enero de 2017

...Y LA LUNA DIJO NO

“El sol” triste meditaba
sobre ese raro misterio
que siendo enorme su imperio
todo no lo dominaba,
desde hace siglos estaba
de “la Luna” enamorado,
y aunque sin ser rechazado
esta deducción hacía:
“¿Por qué desaparecía
cuando él tomaba el mando?”

Y entonces dijo: “Mañana
le contaré mis amores
ni bien lleguen los fulgores
románticos de mi diana,
la nombraré soberana
con absoluto poder
y sus perlas van a ser
las más valiosas y bellas”,
y así, soñando con ella
preparó el amanecer.

Bien centrado en sus cabales
dirigiendo desde oriente
manda el primer contingente
de calandrias y zorzales,
arboledas y trigales
se bañan en carmesí
y “el Sol” ya fuera de sí
va furioso a la laguna,
porque sabe que “la Luna”
siempre va a soñar allí.

Y otra vez burló a su amor
porque ella odia la fortuna,
no será esposa “la Luna”
de ningún emperador;
ella, como el soñador
es feliz con sus quimeras
y él, que es fuerza que genera,
que lo que dispone es ley,
es al fin el pobre “rey”
que añora una compañera:


Versos de Orlando Solaberrieta

viernes, 6 de enero de 2017

LA CHATA

Desde el fondo granero de las chacras
con torrentes dorados de cosecha,
los caminos medías, tranco a tranco,
entre leguas ocultas en tus ruedas.

Entrabas a los predios ferroviarios
agitando los ponchos de la arena
y el grito animador de tu carrero
castigaba los lomos de la siesta.

Las bolsas descargadas por culata
sumaban las fatigas chacareras.            
Filoso calador, en puñaladas,
abría los arroyos de la avena.

La flexible planchada de la pila
en su danza sutil como grotesca
dejaba sus quejidos en el burro
por lo duro y brutal de la faena.

Los silos a granel te despidieron,
el moderno camión cerró tu gesta
y el recuerdo de viejos changarines
se cubre con olvidos de la arena.

Versos de Alfredo Amancio Varela

EN LA CRUZ DE SU ALAZÁN

Desde la verde extensión,
montando un brioso alazán,
el paisanito Julián
enfila hacia el callejón.
En su pecho una ilusión
acaricia con empeño,
porque anhela ser el dueño
de una morena preciosa
que se muestra desdeñosa
y por ella perdió el sueño.

Cuando el pingo escarceador
va repechando la loma,
ve que en la tranquera asoma
la que le robó su amor.
Sonriendo esta el campo, en flor,
cuando él le cuenta sus cuitas,
mientras que las margaritas,
al paso de aquella moza,
al saberla tan hermosa
parecen quedar marchitas.

Ante la presencia de ella
él dijo, en tono profundo:
“Sería el más feliz del mundo
si me alumbrara tu estrella”.
La moza, tímida y bella,
le contestó, emocionada:
“Aunque tu expresión me agrada,
comprometerte no quiero…
el hijo del estanciero
me tiene atemorizada”.

Apareció el estanciero;
con gesto tan provocante
que resbaló en un instante
de la cintura, el acero.
Sereno, en el trance fiero,
ante el ataque inhumano,
su cuerpo, ágil y baquiano,
esquiva la puñalada…
y le hace saltar la espada
de un rebencazo, el paisano.

Viendo la mano abatida
y a su rival confundido
le dijo: “Soy bien nacido
y le perdono la vida”.
Y la moza, decidida
por el amor de Julián,
con cariño y con afán
no desdeñó sus halagos
y se fue, para otros pagos
en la cruz del alazán.


Versos de Roberto Mario Ayrala