Con distintos
eslabones
o
argoyas en cada punta
te vi
en los tiros en yunta
y
forrada en ocasiones.
Atada
a los balanzones
juiste
cuarta del arao
y
material apropiao
pa’
juntar los dos yugüiyos,
y te
usaron en los griyos
a los
pies de un castigao.
Pa’
tener un perro atao
y pa’
cerrar la tranquera
o de
vaya, ni que fuera
preservando
el otro lao.
De retranca
la han usao
en
carros, y de manea,
y aunque
muy crioyo no sea
me
sirvió de boliadoras,
cuando
ideas malechoras
en
sus juegos uno emplea.
Pa’
cuartiar a un encajao
o que
no mame’l ternero,
la
barbada del apero
y en
palancas del arao.
Al colgar
un alumbrao
en un
techo se la ve
a
más, yo recuerdo que
en
los distintos jagüeles,
ella cumplió
dos papeles
que al
seguir, esplicaré.
Pa’
sacar el agua a mano
pa’l
consumo de la gente
la
interminable vertiente
subía
en baldes al yano.
Y el
bicho más orejano
también
se ayegó al jagüel
donde’l
pingo manso aquel
y el
boyero cumplidor,
yenaban
el volcador
y con
la cadena fiel.
La vi
de’slabón cuadrao
en
herramientas rurales
y
ayudó a las tropas liales
en “la
Güelta de Obligao”.
Pa’
estirar un alambrao
se la
ve’n un aparato
y en
su hechura tiene un trato
especial,
la retorcida,
y en
tris tiras estendidas
se
vio en balanza de plato.
Rebordiando
un monumento
o hermosiando
algún yavero,
la
retranca del sombrero
y en
pulseras del momento.
En un
camino barriento
de
pantaneras, se ha usao,
pa’
un colgante regalao
o pa’l
antiguo reló,
pero
hoy la declaro yo:
¡la
gran novia del candao!
Versos
de Agustín
López
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