sábado, 9 de diciembre de 2017

HERRERÍA CRIOLLA

Antiguo galpón de chapa
que entre una añosa arboleda
está rodiao por las rueda’
que buena parte te tapa;
el óxido, con su capa
también te quiere cubrir,
pero guapo a resistir
los rigores del invierno
le haces pata’ncha al moderno
que te quiere sustituir.

Adentro de ese galpón
a un costao, está la fragua,
la clásica tina de agua
y la batea pa’l carbón,
el fuelle, inmenso pulmón
revive las muertas brasas,
la bigornia con la masa
pa’ moldear el fierro ardiente
y pa’agarrarlo caliente
al efecto, una tenaza.

Allí trabaja Don Juan,
herrero de profesión,
y en busca de solución
por algún trabajo van,
al hombre lo encontrarán
porque es materia dispuesta
a la mañana, a la siesta,
no le incomoda el horario,
de espíritu voluntario
siempre a un auxilio se presta.

El buje de un carretón
con largo mango de acacio
también ocupa un espacio
ya convertido en pisón,
herramientas a montón
encontrará las que quiera:
llaves, martillos, tijeras,
guadañas, palas, asadas,
todas bien acomodadas
como en taller de primera.

Adorna el patio campero
un arao con varias rejas
y un par de tranqueras viejas
sobre unos tarros lecheros;
hay cuatro o cinco esquineros
que dejó el alambrador
y cerquita de un tambor,
recostada en una planta,
descansa una antigua llanta
de muy delgao espesor.

Se ve un sulki en una orilla
con una vara quebrada,
que pronto será arreglada
porque es tarea sencilla,
entre opaca y amarilla
se alcanza a ver entuavía
una iscrición que decía,
con letra de gran ribete
arriba en el mojinete
el nombre de la herrería.


Versos de Luis Balbo

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