miércoles, 27 de septiembre de 2017

PENSAR DE UN VIEJO CACIQUE

              (hermandad)

Sólo quiero sentirme en esta tierra
y ofrecerla a mi tribu laboriosa.
“Zugú ché”, soy el tiempo que reposa
un pasado de gritos y de guerra.

Sólo quiero sentirme en esta tierra,
“quetral” de inmensidad, “mapú” rugosa,
donde clavo mi espera silenciosa
que ahora -“¡a ñi Dios em!”- ya no me aterra.

Ya no es hora de acechos ni de lanzas.
Aquí están nuestras manos argentinas
con piel hecha de triunfos y reveses.

Son de todos, “anay”, mis esperanzas:
ni malón ni fortín en las retinas
porque hay color de pampas y de mieses.

Versos de Néstor Amilcar Cipriano

Zugú ché: palabra de indio
Quetral: fuego
Mapú: tierra
¡A ñi Dios em!: ¡Oh, Dios mío!

Anay: amigo 

viernes, 22 de septiembre de 2017

EL HIJAR

Yo tengo un hijar mediano,
que anduvo pegao al basto
y acolchonando los pastos
para dormir en verano.
En parte medio tobiano
por los rigores del uso,
vaya a saber en qué chuzo
supo andar como pellejo,
a mí me lo trajo un viejo
que lo llamaban “El Ruso”.

Me contaron que este cuero
que denota poca cosa
también acampó en la choza
guareciente del matrero,
galopó con el resero
por el desierto pampeano,
fue el amparo soberano
de la gente en las boleadas,
y de noches resabiadas
en los sueños del baquiano.

El paisano precavido
en aguacero y helada
en las pajas coloradas
hizo un hueco protegido,
arriba puso tendido
el cuero pelaje afuera
y pa’ que no se moviera
con hueso o alguna guampa,
le puso una estaca pampa
con tientos de la encimera.
,
No confundir al hijar
con la parte de la ijada,
son dos cosas separadas
ni siquiera similar,
un caballo al realizar
una tarea pesada
aumenta la resollada
y entre costilla y cadera
fíjese de que manera
hace temblar las ijadas.

Diferencias sustancial
que le recalco mi amigo,
uno, hecho para abrigo
el otro, vida animal
al invento original
de variada aplicación
lo mantengo en el galpón
aparcereando un estribo
porque olfateando percibo
perfume de tradición.


Versos de Roque Bonafina

EL MATE

Es el mate el compañero
que nos presta gran servicio,
aunque diga que es un vicio
más de un dotor extranjero.
Si lo prueba es el primero
que ha de quedarse prendao
y cuando se ha acostumbrao
por las bondades que encierra,
queda el gringo en nuestra tierra
para siempre aquerenciao.

La novia, la gaucha linda
que en un beso dio un “te quiero”
y al gaucho dijo: “Te espero”
sonriendo su boca’e guinda.
Hizo que el hombre se rinda
por su belleza admirao,
después que ella le ha brindao
una promesa de amor
encerrada en el primor
de un cimarrón bien cebao.

El gringo que a trabajar
llega de tierra extranjera,
y se acomoda ande quiera
pa’ levantar un hogar,
y que sabe respetar
la patria ande hace su nido,
si hizo gaucho cuando vido
el mate tan delicioso,
y de avariento y goloso
inventó el mate cocido.

No le bastó el cimarrón
pa’ poderlo saborear,
lo hizo caldo, pa’ tomar
el mate con cucharón,
y pa’ quedar barrigón
bien satisfecho y pesao,
con sopas de pan cortao
se alimentó en las mañanas.
¡Pa’ mi que quedó con ganas
de echarle queso rayao!

Al cortar la trilladora
el rum-rum de la polea
y suspender su tarea
la gente trabajadora
pa’ descansar, porque es hora
de darle al cuerpo frescor,
pa’ aliviarlo del rigor
con que el trabajo lo abate,
el hombre encuentra en el mate
su compañero mejor.

Y cuando de madrugada
el sol da su luz al cielo
y muestra el verde del suelo
como una alfombra estirada,
y colora la enramada
el resplandor del fogón,
el criollo, guapo varón
que pocos han de igualar,
halla su mejor manjar
en el rico cimarrón.

Lo mismo que en el ranchito,
en la mansión del magnate,
es rey y señor el mate,
nuestro brebaje exquisito.
Decir más no necesito
en esta ponderación,
pues quien le tiene afición
comprende, que yo no miento,
pues hasta el abatimiento
quita nuestro cimarrón.


Versos de Evaristo Barrios

jueves, 21 de septiembre de 2017

EL PLATERO

Como Cipriano Amarante
no he conocido platero.
Hijo de tigre, nomás,
tenía que salir overo…

Habilidoso era el hombre,
y de casta le venía,
por nieto de portugueses,
maestros en platería.

Siempre tuvo inclinación.
De mocito, ya pintaba.
Patente se estaba viendo
que el oficio le gustaba.

Pues si un pingo relucía
con el lujoso chapeado,
las horas solía quedarse
mirándolo embelesado.

Lo primero que logró
-y era todavía pollo-
fue, con plata cincelada,
revestir un chifle criollo.
………………………….

En su taller trabajaba
en un silencio profundo,
talmente que parecía
estar como en otro mundo.

Dele al punzón y al buril,
y allí nadie lo molesta.
Era inútil conversarle,
porque no daba respuesta.
………………………….

En el crisol va fundiendo
-y así atiende, mira y calla-,
más pura que una doncella,
la blanca plata granalla.

Después, vigilando el fuego
con enamorada espera,
el refinado metal
vuelca en una lingotera.

Le da riendas a su antojo
y, según su gusto y gana,
sacará un mate, o un lindo
anillo de filigrana.
…………………………..

A sus manos de artesano
como una virtud le baja.
Yo no conocí platero
que le sacara ventaja.

Por mejor que los mejores
supo brillar entre mil.
Codiciaba sus chapeados
el criollaje del Tandil.
…………………………...

Flores salen de sus manos,
despacito y sin apuro.
En un pretal ha formado
un corazón de oro puro.
……………………………

Lo mismo cuando cincela,
con fiebre de enamorado,
el mate para la novia,
con un corazón flechado.

O si en el mismo dispone
-para asombro de visitas-
que, bien labradas en plata,
se arrullan dos palomitas.
……………………………

Me acuerdo cuando le hizo
a Celestino Pujol
una rastra de seis tiros
que era más linda que el sol.

Yo supe tener entonces,
para mi dicha completa,
un cuchillo que adornó
de los de marca “Corneta”.

¡Ah, platero habilidoso!
No de balde se lo alabo,
pues no tenía desperdicio,
desde la vaina hasta el cabo.

Una vez hizo un pretal
del más bonito chapeado.
Era como estrellerío
sobre mi oscuro tapado.
…………………………….

Así se estaba las horas,
atenido a su quehacer.
Si a veces, como en un sueño,
se olvidaba de comer…

Guardo como una reliquia,
entre mis prendas mejores,
unas riendas pura plata
de bombas y pasadores.

Y un freno de lo mejor,
que no lo vendo por nada,
porque son como un jardín
las coscojas y barbadas.

Todo salió de sus manos
con humildad, sin desplante.
Porque no alardeó de bueno
ese Cipriano Amarante.

Y como que ya es finado,
quisiera volverlo a ver
en una nube de plata
cincelado. Puede ser…


Versos de León Benarós

viernes, 8 de septiembre de 2017

EL HORNERO

 La casita del hornero
Tiene alcoba y tiene sala.
En la alcoba la hembra instala
Justamente el nido entero.

En la sala, muy orondo,
El padre guarda la puerta,
Con su camisa entreabierta,
Sobre su buche redondo.

Lleva siempre un poco viejo
Su traje aseado y sencillo.
Que, con tanto hacer ladrillo,
Se le habrá puesto bermejo.

Elige como un artista
El gajo de un sauce añoso.
O en el poste rumoroso
Se vuelve telegrafista.

Allá, si el bario está blando,
Canta su gozo sincero.
Yo quisiera ser hornero
Y hacer mi choza cantando.

Así le sale bien todo,
Y así en su honrado desvelo,
Trabaja mirando el cielo
En el agua de su lodo.

Por fuera, la construcción
Como una cabeza, crece,
Mientras, por dentro, parece
Un tosco y buen corazón.

Pues como su casa es centro
De todo amor y destreza,
La saca de su cabeza
Y el corazón pone adentro.

La trabaja en paja y barro,
Lindamente la trabaja,
Que en el barro y en la paja
Es arquitecto bizarro.

La casita del hornero
Tiene sala y tiene alcoba,
Y aunque en ella no hay escoba,
Limpia está con todo esmero.

Concluye el hornero su horno,
Y con último retoque
Le deja áspero el revoque
Contra el frío y el bochorno.

Ya explora al vuelo el circuito,
Ya sobre la tierra lisa
Con tal fuerza y garbo pisa,
Que parece un martillito.

La choza se orea en tanto,
Esperando a su señora,
Que elegante y avizora,
Llena su humildad de encanto.


Y cuando acaba, jovial,
De arreglarla a su deseo,
Le pone con un gorjeo
Su vajilla de cristal.

Versos de Leopoldo Lugones

sábado, 2 de septiembre de 2017

HÉROE

              -1828-

     A Manuel Dorrego

Ya, sin luna y sin estrellas,
puebla las noches cerradas
una larga sombra augusta
que dio al pago nombre y fama.

“Mi tirador, mis espuelas
y este puñado de cartas;
pañuelo: para el que llore
por la sangre derramada”.

“Nadie me vende los ojos;
me está mirtando la patria”.
Y cayó de cara al cielo:
su bandera y su mortaja.

…………………………
Alguien arrojó al fogón
ceniza sobre las brasas.
Cuando sopla el viento su,
el rescoldo se hace llama.


Versos de Enrique Vidal Molina

GÜEMES

                     (1813)

Romperé tus cadenas y tus grillos,
pueblo del Norte. Y mientras tenga vida
cabalgará la muerte en mi partida
que Dios me ungió caudillo entre caudillos.

El monte impenetrable de espinillos
desde ahora será nuestra guarida;
que cada carga aliente una aguerrida
fiebre de boleadoras y cuchillos.

Gaucho salteño: a fuer de bienparido
vendrás conmigo a repechar la historia,
dando tu peso justo en la balanza.

Y habrá de rescatarte del olvido
la patria, porque escribo tu memoria
bajo la rastrillada de mi lanza.


Versos de Enrique Vidal Molina