domingo, 14 de mayo de 2017

RECORDANDO

No preciso un gran lugar
pa’ acomodarme aparcero,
solo que tenga un brasero
o un buen fogón, pa’ yerbear,
y si se pone a la par
a escuchar mis cabildeos,
verá como yo lo veo
a ese gaucho que talvez,
nunca precisó de un juez:
gastó su vida en arreos.

Era como sesentón
cuando conocí al paisano
galopando por el yano
en su “Zaino” relumbrón;
yo apenas era un pichón
pero lo escuchaba atento,
cuando afloraba algún cuento
de yerras y camperiadas
y soportar la jornada
cuando arreciaban los vientos.

Tráiba en su mentón grabao
un barbijo como marca,
que media cara le abarca
y lo luce sin cuidao;
herencia de su pasao
de infinidá de entreveros,
algunos bastantes fieros
tratando de sosegar,
y otros tuvo que guapiar
por parar los bochincheros.

Era senciyo y baquiano,
era soberbia su estampa
que recorría la pampa
en su “Zaino rabicano”;
no lo paró ni un pantano,
deboró muchos caminos,
con su destreza imagino
de arriar y arriar “¡opa… opa!”
yevando unida la tropa
hasta yegar a destino.

Cuando tenía‘lgún arreo
nunca carculó las leguas,
por nada se daba tregua
en los guadales más feos,
me parece que lo veo
volver en su pingo airoso,
aunque haya sido espinoso
y duro el trajín, por cierto,
tráiba el corazón abierto
y el mensaje más hermoso.

Ansí transcurrió su vida,
sus pichones se volaron
y con su prienda quedaron
con una luz encendida;
dice a su vieja querida:
“-Aura tenís que aguantarme,
porque yo pienso quedarme,
otras changas tomaré
pero a su lao viviré
hasta el día de marcharme”.

Ansina vivió el resero
Rosendo Cervando Arroyo,
toda una estirpe de crioyo
siempre de vincha y culero;
el corazón por entero
lo daba, si fuera el caso,
porque siempre jue un pedazo
de nobleza y heroísmo,
sin reveces ni egoísmo
era un paisano machazo.

Y con las sienes nevadas
por el peso de los años,
cuenta las cosas de antaño
en miles de trasnochadas;
se le pierde la mirada
por los caminos lejanos,
silencioso los paisanos
van carculando su suerte,
porque de pronto… la muerte…
los ha dejao orejano.

Versos de Rubén J. Garaventta

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