Te
conocí hace unos años
una
mañana encendida
cuando
arreabas en la vida
un
tropel de desengaños.
Tu
vocablo, nada extraño
plantado
como un fortín
era
verbo, era clarín
que
me invitaba a la guerra:
pues
reclamaba la tierra
los
versos de Don Martín.
Intérprete
y compañero
del
paria y del desterrado
tantas
veces condenado
por
defender al obrero
abrazándote
al madero
en
tu sacrificio diario
forjaste
un itinerario
con
la pluma y con tu acento
enjugando
los lamentos
que
lloraba el proletario.
De
viejo besé tus canas
con
emoción y alegría
con
el sol de tus poesías
iluminé
mis mañanas.
La
tremenda fibra humana
siento
que no se apagó
más
bien que se aquerenció
en
ruedas de cien guitarras
porque
habitas en la garra
del
pueblo que te escuchó.
Por
eso ‘patriarca criollo’
baluarte
de nuestro suelo
presiento
que desde el cielo
nos
sigues dando tu apoyo.
Mi
fibra se hace pimpollo
sintiendo
de que cumplí
y
que al hacerlo sentí
el
cariño más profundo…
“porque
canté en este mundo
unos
versos para ti”.
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