jueves, 30 de marzo de 2017

A DON JUSTO TAPIA

Han pasado muchos años
recién lo nombro Don Justo,
al guaycurú, los arbustos
y la costa chalilera.
Su recia estampa campera
su bondad tan campechana
sabedor de esas mañanas
cuando su flete en la marcha
iba rompiendo la escarcha
por esa costa pampeana.

Todo el silencio era suyo
cuando se apeaba al palenque
denunciando en el rebenque
las lejuras galopadas.
Él, de una sola mirada
lo supo todo al momento
y al gastársele los tientos
de su vida bondadosa
como una taba tramposa
quemó sus ojos al viento.

Al secarse el Río Atuel
se quedó sin una oveja
y su conducta pareja
lo esquivó de los reveses
a cobrar sus intereses
la vida estaba esperando.
Así después fue trenzando
como pudo y los vendió
lazos que alguno compró
y yo les voy comentando.

Por eso cuando en las noches
desenfundo la encordada
los recuerdos en bandadas
se vienen a mi memoria.
Esta es la pequeña historia
de un hombre como hubo tantos
quién sabe si en campo santo
descansa su sepultura
o el viento de la llanura
de arena le puso un manto.

Versos de Julio Domínguez

                     (El Bardino)

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