lunes, 13 de febrero de 2017

PAMPA Y SIERRA

Se despierta la alborada
tras de la sierra dormida,
la noche como aturdida
emprende su retirada;
despliega el sol su mirada
se alza en el cielo y bosteza,
y en la radiante belleza
de sierra, llanura y río,
en su radiante albedrío
el día se despereza.

Quema sus soles enero
sobre un paisaje dorado
y el sol la plana ha copado
calcinándolo al estero;
divide en dos el potrero
el camino silencioso,
el pajonal en reposo
parece esperar sin prisa,
que se levante la brisa
con  su soplo misterioso.

Luego el sol sin más alarde
duerme perpendicular
antes que entre a caminar
por la cuesta de la tarde;
el campo parece que arde
bajo un medallón de oro
dormido poro por poro;
y con un tranco cansino
se va parando el molino
con su traquetear sonoro.

Extiende su sombra el monte
y el sol en el alto cielo
va encaminando su vuelo
al perfil del horizonte;
llegan sombras en apronte
entre unas nubes barcinas,
y en las lejanas colinas
se asemejan a un dibujo
el encantador embrujo
de un vuelo de golondrinas.

La noche estiró su cruz
de plata en el negro velo,
sus linternas sobre el suelo
alzan los bichos de luz,
y como se abre un capuz
invade la noche bruna
un tenue rayo de luna
que va agrandando el reflejo
sobre del plateado espejo
que le ofrece la laguna.

Versos de Roberto G. Morete

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