jueves, 6 de octubre de 2016

HACHANDO LOS ALAMBRADOS

1
Una tarde entre dos luces
de su zaino malacara,
se apeó frente del juzgao
Serapio Telmo Miranda;
era un gaucho alto, fornido,
con un sombrero de ala ancha,
blusa negra de merino
bombacha obrera, bota alta,
cinto tejido de tiento
y un largo facón de plata.
2
“-Vengo porque me han citao”,
dijo con cierta arrogancia.
“-¿Vos sos -repuso el alcalde-
Serapio Telmo Miranda?”
“-En nombre y apelativo,
el mesmo que viste y calza.”
“-Han llegado a mis oídos
mentas de tu mala fama,
que no hay alambrado alguno
que no le hayas metido hacha.
3
¿Cómo es que habiendo tranqueras
para entrar en las estancias,
cruzas por los alambrados
hachándolos a mansalva?;
esa sorda cobardía
no cabe en un alma gaucha,
no sabes que en esos campos
hay mucha hacienda baguala,
y vos los hacés camino
porque se te da la gana”.
4
“-Voy a contestarle al hombre
y a la ley que me demanda:
yo soy hijo de esta tierra,
un engendro de su entraña;
ella me formó en su vientre
y me acarició en su crianza;
palpitan en mi existencia
fibras de ombuses y tala,
de la sustancia del pasto
es la fibra de mi savia.
5
Y a cada alambre que estiran
compriendo que me separan,
del corazón de los míos
y se divide mi raza;
que de mi madre me alejan
y empiezo por añorarla,
pues los alambres lo agringan
y le transforman el alma,
los alambrados achican
el amor de Pacha-Mama.
6
Yo soy de origen indígena,
mi madre también indiana,
mi abuelo, mi bisabuelo,
hasta el nacer de la raza,
que engendrara el fecundante
vientre de la tierra incaica,
mezclada con la simiente
de la flora y de la fauna,
y todo cuanto madura
bajo la azul lontananza.
7
¿Cómo pueden vender, digo,
un retazo de mi pampa,
sin cometer el delito
de hacer una venta falsa?;
si la tierra no es de naides
¿cómo pueden negociarla?
De haber un dueño, es el indio
que es la tierra en cuerpo y alma,
después del indio no existe
más dueño que el sol y el agua.
8
Por eso es que con mi corvo
donde quiera me abro cancha
porque el intruso se empotra
entre los campos que alambra;
y cada alambre es un gringo
que el camino nos ataja,
y ya no queda un retazo
donde clavar una estaca
para que aten los caballos
los huérfanos de mi patria”.
9
“-Basta -repuso el alcalde-,
me has dado una lección sabia,
yo también soy argentino
y llevo un indio en el alma;
en los campos de batalla
abrí claro con mi laza,
al tropel de los baguales
en la larga guerra gaucha,
entre zumbidos de bolas
y entreveros de armas blancas.
10
Ya mismo, amigo Serapio,
monte sobre el malacara,
y entre a cruzar por lo suyo,
porque es suya la campaña;
desde el nacer de Ushuaia
hasta el confín de la Quiaca,
del pie de la cordillera
a las orillas del Plata,
y los rumbos que lo lleven
al corazón de la pampa.

Versos de Martín Castro

1 comentario:

  1. Excelente este poema lo escuche hace poco recitarlo a mi padre .Con esto se demuestra que la injusticia y la division de clases existe desde siempre.Una lucha interminable entre pobres y ricos .

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