domingo, 11 de septiembre de 2016

PAISAJE

Igual que un brazo gigante
el monte tiende su sombra
y sobre la verde alfombra
un milagro palpitante,
el cielo muestra radiante
su hermoso collar de estrella,
la noche apasible y bella
como una novia coqueta,
tienta escuchar su poeta
que ha hecho un alto en la huella.

Y desde el espacio altivo
sobre el bordado del cielo,
parece un blanco pañuelo
el lucero, en tintes vivos.
Más allá, como cautivo
secreto, escapa ante mí
desde el punto de una i
donde la noche me agarra
con un cielo por guitarra
de un cordaje carmesí.

Como una blanca paloma
que ha desplegado sus alas
con exuberantes galas
la luna, su cara asoma.
En su recorrida toma
cierta altura y cruza airada,
y en su despecho, enojada,
cubre su rostro una nube
que enérgicamente sube
por la brisa despeinada.

En su dimensión facial
se hace dibujo la noche
como el lírico derroche
de un paisaje celestial.
Tres Marías en su sitial
descubren, formando coro
como un inmenso tesoro
que adornan el firmamento
un sueño azul de argumento
con marco de perlas de oro.


Versos de Waldemar Lagos

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