martes, 23 de diciembre de 2014

LA APUESTA

En la estancia “La Oración”,
a eso de la madrugada,
estaba la paisanada
mateando junto al fogón,
cuando uno de la reunión
dijo: “-Yo voy a cantar”,
y sin hacerse esperar
pulsó el sonoro instrumento
y empezó con sentimiento
esta historia a detallar.

“-De la hija de un puestero
se enamoraron un día
Juan Cruz, gaucho de valía,
y el hijo del estanciero.
Quién de ellos era el primero,
nadie lo sabía de fijo,
entonces el padre dijo.
<-Cada cual traiga su pingo
y aquel que gane el domingo
será el dueño, yo lo exijo>.

Llegó el domingo y la gente
alrededor de la cancha
cayó como una avalancha
para ver al de la suerte.
Al rato, altivo, sonriente,
en un 'oscuro tapao',
llegó Cruz muy bien montao
y detrás de él, altanero,
el hijo del estanciero,
en un 'alazán tostao'.

Áhi nomás se prepararon
los dos con fe de ganar,
y sin hacerse esperar
a la voz de ¡aura! largaron.
Dos o tres gauchos gritaron,
mirando para un costao:
<no hay duda, gana el 'tostao'>
mientras otro sostenía
que el pingo de más valía
era el 'oscuro tapao'.

Los dos pingos en la brecha
dispararon sin desmayo,
si el 'alazán' era un rayo,
el 'oscuro' era una flecha.
La muchacha, satisfecha,
esperaba al gaucho ufano,
ella quería al paisano,
no al hijo del estanciero,
no ambicionaba dinero,
sino un amor soberano.

Iba adelante seguro
el hijo del estanciero
cuando miró que ligero
lo iba alcanzando el “oscuro”.
Y al encontrarse en apuro,
se puso el pobre amarillo,
y al ver decaer su brillo,
con un gesto de locura,
echó mano a la cintura
y desenvainó el cuchillo.

Cuando vio cerca al rival
sin sospechar se acercó,
y el cuchillo le clavó
al indefenso animal.
Lanzó un relincho fatal,
y cayó en sangre bañado;
Juan Cruz quedó ensimismado
al ver la acción del sotreta,
que iba llegando a la meta
sin poder ser alcanzado.

Pero la joven, que vio
la acción de aquella alma ingrata
besó llorando a su tata,
el que nada comprendió;
y cuando cerca lo vio
se abrió paso entre la gente
y al verlo venir sonriente
le grito: <-¡Con vos no me hallo!>
y en las patas del caballo
se tiró, y halló la muerte.”

Versos de Juan Manuel Pombo

lunes, 22 de diciembre de 2014

AMANCIO "EL ZONZO"

“-Déjenlo… no lo atajen…”
gritó el Viejo Don Zenón
aquel día 25…
en la plaza de Balcarce.
Ricuerdo que había cuadreras,
sortijas… palo enjabonao…
y la clásica pa’ ráirse
de los mozos embolsaos.
Tuito el gauchaje del pago
se había llegao hasta el pueblo
con sus pilchas domingueras…
en fletes bien aperaos…
luciendo en medio del pecho
el símbolo azul y blanco!...
como diciendo ¡Presente!
en esa fiesta de Mayo.
Amancio… “El Zonzo”
que así le llamaban
porque andaba siempre solo
como una cosa olvidada…
llevaba prendidos
a su poncho pobretón
dos pedacitos de cielo
ricuerdo de algún agüelo
que le vido el corazón…
allí estaba dende el alba
mudo como una sombra
y firme como una estaca,
porque en llegando la hora
la bandera de la Patria
abierta como la pampa
se iba a juntar con el viento
en la puntita del asta…!
Naides daba por Amancio
ni el valor de una pitada
y hasta los gurises malcriaos
que abundan en los poblaos…
del pobre Amancio se ráiban…
Pero ese día 25
en la plaza de Balcarce…
mientras cantaban el himno
y él saboreaba una lágrima…
uno de esos… “que no faltan”…
tomando pa’ la chacota
esa fiesta tan sagrada
que conmemora la raza…
quiso arrancarle al Amancio
la tirita azul y blanca…
Tigre se golvió el cordero,
era la mesma Patria
que querían arrancarle
y que él llevaba en su sangre!
Más bien no lo hubiera hecho.
Lástima de extranjero
que no supo respetar,
a quien siempre está dispuesto
a compartir con cualquiera
el pan que Dios nos ha dao…
y el amor de un mesmo techo.
Amancio se golvió tigre
y tomándolo entre sus garras
le hizo besar la tierra…
“-Déjenlo… no lo atajen…”
gritaba el Viejo Zenón
y cuando al final… pudieron
las manos de Amancio… “el güeno”…
estaban tintas en sangre…
y el otro… despedazao en el suelo…!
Se hizo un silencio largo
y asombraos le abrieron paso
al que juera pa’l poblao…
nada más que “El Zonzo Amancio”.
Naides se animó a tocarlo.
Y dende la punta del asta…
aquel pedazo de cielo
chicoteando con el viento
cantaba nombres que en Mayo
libre y heroica… la hicieron!


Versos de Domingo Remoli

domingo, 21 de diciembre de 2014

LOS POTROS

Esos potros crinados, vigorosos
como los vientos cardinales sueltos,
entre los pajonales ya revueltos,
con orejas y hocicos aceitosos,

con los cueros salvajes, luminosos
los cascos retumbantes -los esbeltos
dioses de la llanura, no resueltos
a la doma final, a los odiosos

alambrados del hombre-, desvanecen
sus estampas sombrías, los destellos
de la luna fragante, se escarnecen

con rituales extraños y nocturnos
los puros del paisaje: solo ellos
y yo, los desbocados taciturnos.


Versos de Luis Ricardo Furlan

martes, 16 de diciembre de 2014

FORTINERA

Cúreme las heridas fortinera,
con agua de luna nueva y sal y yerbas,
usted que fue mujer, soldado, madre,
horcón fuerte, cantón de la frontera.
Arrímeme el calor desde el fogón que siempre
tienen sus manos de caldén y aromo.
Usted que le dio hijos, tantos hijos,
cruza de puma y vientos, a la pampa,
y fue capaz de salir a campo abierto,
a pelear en una carga a lanza seca.
Usted, mi soldado de línea en la avanzada,
ombú en las soledades de los llanos,
acérquese al frescor en este enero,
con el rocío de la celeste flor del duraznillo
y el albardón del río.
Usted, mi compañera, lonjeada en el pampero,
reseca por el sol, ardida en las arenas,
buscadora de las vetas de lluvia,
o del agua perdida en la sequía.
Usted que lleva, en el vientre y en los ojos a la Patria,
 mi sargento de línea, mi cabo monteador,
clavel del aire, azucena del campo,
flor de chañar, tronco de piquillín y cimbra de tacuara.

Cúreme los cansancios y la sed,
agua de arroyo, hondura de espadaña,
juntadora de leña, charqueadora, vigía del mangrullo.
Yo la he visto estaqueando los cueros,
amasando el barro de los ranchos,
ordeñando en el tambo, horneando el pan,
trayendo el agua del jagüel.

Cúreme las heridas fortinera,
las que llevo en el cuerpo y en el alma,
las que no tienen regreso, olvido  o vuelta.
Criolla vieja, traiga algo de su entraña,
para acercarme a usted, temblando,
con la emoción del viento en las cañadas.
Acérqueme sus manos, quebracho y ñandubay,
miel silvestre, fruto maduro y ala.
Acérqueme sus ojos tan heroicos, tan limpios,
yo solamente puedo decir nombrándola:
¡Soldado de la Patria!


Versos de María Victoria Espinel

sábado, 13 de diciembre de 2014

GORJEOS

Tiene muy lindos colores
la mariposa liviana,
mil encantos la mañana,
tiene la estrella fulgores,
perfume tienen las flores,
misterio la fuente pura,
el campo tiene frescura,
el viento canciones suaves,
gorjeos tienen las aves,
solo yo tengo amargura.

Mil encantos tiene el día,
flores silvestres el suelo
y tiene pureza el cielo
que cubre la patria mía;
tienen muchas melodías
los mirlos en sus cantares,
y tienen calma los mares
después de los aquilones,
todos tienen ilusiones,
solo yo tengo pesares.

Entre sus broches la aurora
tiene mil encantos presos,
encanto tienen los besos
de la mujer que uno adora;
la guitarra cuando llora
también tiene mil ternezas,
la noche tiene grandezas
que sus  crespones estampa,
frescura tiene la pampa,
solo yo tengo tristezas.

No vengas a mí a llorar,
hijo soy de la congoja,
el árbol seco sin hojas
¿qué sombra os podrá brindar?
Cansado estoy de llamar
a la prenda que perdí,
todo es pena para mí,
aunque el dolor no me sacia;
¿qué he de hacer si mi desgracia
me besó cuando nací…?


Versos de Andrés Cepeda

viernes, 12 de diciembre de 2014

LA PLATA PURA DE MI VIEJA PATRIA

Traigo el flete emprendao, como pa’ fiestas
ande hay qu’echar el resto en las parada,
y le viene sonando en la coscoja
la plata pura de mi vieja patria.

Vengo’el pago’el amor ande s’escuende
yena’e tristeza la amargura gaucha,
y ande rodaron tuitos mis deseos
y güelta a güelta me astiyé las guampas.

Vengo’e la tradición y traigo solo
perfumes y rumores que’n la pampa
son mi pena en las tardes silenciosas
y mi alegre cantar en las mañanas…

Vengo’e la tradición y traigo el buche
yeno’el sol y el amor que la torcaza
comienza en el rastrojo’e los cardales
p’anidarlo de un sauc’entre las ramas…

Y siento no sé qué… Parece un ñudo
que yeno’envidia me ciñera el alma,
y en el retobo’e cuero s’enhorqueta
marchita ya pa’ siempre l’esperanza…

Charquiando la verija’e mi sotreta
ante su rancho le boleo la pata
y l’entriego en su mano, humildemente,
tuita la dicha qu’el deseo le guarda.

Es l’único que tengo… Otros avíos
hace años los yevó la correntada,
y con eyos se jueron las puesías
que m’enyenaban de ternura el alma…

En fin… Que sea feliz… Que la lechuza
no anuncee con su grito la disgracia…
Que le salgan guapazos los gurises
y que caiga parao d’esta rodada…!


Versos de Robustiano Contreras

EL PANGARÉ

Paisano, tu pangaré
es un flete soberano.
Regalámelo, paisano,
que mucho lo cuidaré.
En cambio yo te daré
mi lindo oscuro tapado.
Lindo flete pa’ un pueblado,
saltarín como pelota
y es un lujo cuando trota
y si corre es un venado.


Montá, paisano, mi oscuro
y andate con tu querida,
mirá que ya la partida
viene a buscarte seguro,
y yo, gaucho, telo juro
que nunca te venderé,
si me preguntan diré
que mis indios te encontraron
y que después te mataron
pa’ robarte el pangaré.

En un malón que pegamos
de la pampa en las orillas
arriamos varias tropillas
que en el camino encontramos.
Luego nos amontonamos
pa’ repartir el botín
sonó el indiano clarín
que se tocó pa’l reparto,
yo me le prendí de un salto
a mi oscuro de la crin.

Sin riendas lo salté en pelo
y se agachó a corcovear
y se empezó a levantar
como quien se va pa’l cielo.
Medio le tuve recelo
mas me había asegurado
y el indiaje alborotado
se levantó en gritería
y encaró la toldería
mi lindo oscuro tapado.

Tomá, paisano, mi oscuro,
mi lanza y hasta mi pluma,
mi cojinillo de puma
y mi rebenque pampeano;
mi lindo perro baqueano,
gaucho, también te daré,
mas yo quiero el pangaré
porque me agrada su estampa.
Yo quiero cruzar la pampa
montado en tu pangaré.

Versos de Arturo Pichón

jueves, 11 de diciembre de 2014

PRIMERO MUERTO QUE VIVO

(Relato)

1
En un “zaino malacara”
cierta noche, como luz, 
llegó el gaucho Santa Cruz
al rancho del Viejo Lara,
con una actitú muy rara
de su caballo se apeó,
dio unos pasos, y tanteó
la puerta en la oscuridad
y después con ansiedad
con el rebenque golpeó.
2
Una voz algo incierta
del interior de aquel rancho
contestó al golpe del gaucho:
“-¿Quién es que golpea la puerta?”
Y el gaucho que estaba alerta
sin hacer explicaciones
dijo: “-Viejo, en dos tirones
abra, que tengo una herida
y a más viene la partida
pisándome los talones.”
3
El Viejo Lara enseguida
la puerta del rancho abrió
y el gauchito penetró
agarrándose la herida;
luego con voz dolorida
el Viejo le preguntó:
“-¿Muchacho, que te pasó?
¿Te han herido? ¿Pero cómo?”
“-Si Viejo, fue el mayordomo”
Santa Cruz, le contestó.
4
“-Él me desafió a pelear,
yo acepté, nos convenimos
y campo afuera salimos
para podernos trenzar;
llegamos a un buen lugar
y enseguida desmontamos,
los ponchos nos arreglamos
y sin preámbulo ni yerro
mano a mano, y fierro a fierro
como criollos nos trenzamos.”
5
Iba el gaucho a relatar
el por qué de aquella lucha
cuando con violencia mucha
se oyó la puerta golpear.
Nadie pudo articular
siquiera una frase sola.
“-¡Abran la puerta a Zapiola!,
rugió un hombre mandatario.
Era el señor comisario
con tres hombres a la cola.
6
El comisario seguido
de sus tres hombres entró
y ni bien al gaucho vio
dijo: “-Por vos he venido.
Con que ya sabes bandido
con la justicia sé amable
y conmigo razonable
que la ley está por medio,
sinó no habrá más remedio
que aplicarte la del sable.
7
Vos mataste al mayordomo
pues no lo podés negar,
y aura te vas a entregar
antes que te planche el lomo.”
Y el gauchito sin desplomo
por aquel mal proceder,
dijo: “-Si me han de prender
será de buena manera,
de lo contrario ande quiera
los dos nos vamos a ver.”
8
“-Ah gaucho cacareador,
con que tenés la osadía
de insultarme todavía
con aire amenazador!
Vos fuiste el matador
y no dirás que es incierto,
y yo vengo en cumplimiento
de mi deber, a buscarte,
y juro que he de llevarte
aunque sea vivo o muerto.”
9
“-Yo lo maté, no lo niego,
y si le he dado la muerte
ha sido de frente a frente,
con tuita la ley del juego,
por lo tanto no me entrego
así me cueste la vida
y aunque fatal es mi herida
soy gaucho y valor recobro,
porque me basto y me sobro
pa’ pelear a la partida.”
10
Y el comisario ofendido
por el tono del paisano
le contestó sable en mano:
“-¿Te vas a dar por vencido?”
Y el pobre gauchito herido
sonriente le contestó:
“-¿Qué yo me entregue? Eso no!
No es digno de un gaucho altivo.
¡Primero muerto que vivo!”
y el facón desenvainó.
11
El comisario y su gente
los sables desenvainaron
y en pelea se trabaron
contra el gauchito valiente.
Santa Cruz, serenamente
peleaba con  sumo acierto
pero ya falto de aliento
por la sangre derramada
al dar una puñalada
sin ser tocao… cayó muerto.
12
Así mueren los que son
en nuestra pampa nacidos,
esos gauchos aguerridos
de la vieja tradición,
esos que a nuestra nación
del déspota libertaron,
esos gauchos que pasearon
por el mundo americano
¡la bandera de Belgrano
que nunca jamás hollaron!


Versos de Juan Manuel Pombo