sábado, 26 de julio de 2014

PULPERÍA

Pulpería junto a la vieja
calle de polvo dormido,           
con sus paredes sin ruido
y sin nadie tras la reja.
Como silenciosa queja
al bullicio de estos días,
duerme agónica y vacía,
abandonada tapera
fue igual, pero con pulpera
la que hubo en Santa Lucia.

Cuevas de peludo y ratas
yuyo, pastizal, ortigas
donde trabaja la hormiga
y da el grillo serenata.
La huella de la alpargata
dejó el último carrero,
también con lujoso apero
y fusta en vez de rebenque
ató en el recio palenque
su pingo algún estanciero.

Pulpería solitaria
que fuiste como mojón
de la civilización
en la pampa legendaria.
El gaucho que ha sido un paria
en tremenda inmensidad,
consuelo en su soledad
encontró en tu  rudo ambiente
junto a un trago de aguardiente
el calor de la amistad.

El grueso sauce llorón
más triste y llorón parece,
su fronda apenas se mece
añorando la canción
que como compensación
cantara y la gramilla
que usó el cantor como silla
agradeciendo su sombra,
hoy es solo seca alfombra
de hojas mustias y amarillas.

Del jagüel, figura ajada
altivo asoma el crucero
igual que un indio bombero
con su roldana oxidada;
como lágrima anudada
bailotea de soga un trozo,
bate sus alas gozoso
sobre su nido el hornero,
el último compañero
que le queda al seco pozo.

Es dentadura de viejo
el cerco de palo a pique
si es necesario que explique
lo que el comparar reflejo
lo que fue firme y parejo
hoy con muchos palos rotos
los que sin duda algún croto
usó para hacer asado
y dejó desparramado
como puñao de porotos.

Pasa un auto indiferente,
la tapa la polvareda
la rapidez de sus ruedas
son como una burla hiriente
lo ve perderse rugiente
y como al malón salvaje
sobre ese mismo paisaje
vio pasar al gaucho errante,
vio llegar al inmigrante
con pala, arado y forraje.

Con la llegada del tren
de alambrados y corrales,
como ramos generales
pasaste a ser almacén,
pero este siglo también
ese rubro se termina,
yo, que tuve en esa esquina
la alegría de no ser viejo
lo mismo que en un espejo
hoy me miro en esas ruinas.

Versos de Francisco "Pancho" Llera

jueves, 24 de julio de 2014

MILONGA PARA UNAS DÉCIMAS

Usted quiere componer
unas décimas camperas
y de esa gaucha manera
procura hacerse entender.
Entonces ha de saber
como se deben formar
para poderlas cantar
en la popular milonga,
pues todo lo que allí ponga
a una ley se ha de ajustar.

Que siempre el renglón primero
rime con el cuarto y quinto;
es como yo se lo pinto,
no tenga duda, aparcero.
El segundo y el tercero
por la rima se han de unir;
lo mismo debo decir
de octavo y noveno, pues;
y el seis, el siete y el diez
también deben coincidir.

Ocho sílabas, o notas,
cada línea ha de tener;
recordarlo es un deber
y es mejor si usted lo anota.
Ya verá como le brota
de adentro la inspiración;
y terminando el renglón
en una palabra aguda
a nadie le pida ayuda:
solamente siete son.

Siga mis indicaciones,
no se aparte de esta brújula,
y si termina en esdrújula
nueve sílabas le pone.
Ningún payador se opone
si a la métrica le es leal
porque esto es elemental,
siendo cosa bien sabida
que una pasa inadvertida
y el verso no queda mal.

Ponga todo el corazón,
el alma y el sentimiento,
como así el conocimiento
del tema de su elección.
De este modo su canción
resultará una delicia
pues cante lento o aprisa
-según su modalidad-
cada estrofa le saldrá
expresiva y muy precisa.

Tendrá gran satisfacción
también si es que usted recita,
y en décimas redonditas
vuelca alegría o emoción.
Si sabe usar la expresión
adecuada a cada caso
no conocerá el fracaso
siendo siempre bienvenido.
Darle una mano he querido
con mucho gusto, amigazo.


Versos de Antulio Tesone

sábado, 12 de julio de 2014

REBELDE SOY

Rebelde soy, paciente soy,
igual que mi río voy,
por aguas tranquilas navego
más nunca me entrego
aunque siempre doy…

Rebelde soy, sereno soy,
de ceño fruncido estoy,
patrones y estancias
conocen mis ansias
y mi facón…

Rebelde soy, gritando estoy
déjenme ser como quiero
que acá en los esteros
quien manda soy yo!
Y el chamamé, que canto y que siento
me tiene contento
y puedo contar,
puedo decir, puedo expresar
lo que es vivir detrás del ganado,
del alambrado y de este corral.

Rebelde soy, curtido soy,
trabajo y jornal del peor
mi sangre no es agua
y tengo una fragua
en el corazón…

Rebelde soy, porfiado soy
el frío del sur conoce
de mi dolor
¿quién dijo que
yo me conformo?
Esperando estoy…


Versos de  Silvia Muñoz Velcheff

jueves, 10 de julio de 2014

APENAS SOY UN TIZÓN

Apenas soy un tizón
de lo que jué una fogata
pero los años achatan
y yo no soy la ecepción.
Sin perder la condición
voy camino a la vejez,
yevando con altivez
con total honestidá,
el cultivar la amistá
sin derecho ni revés.

Anduve en pagos lejanos
por reveses de la vida,
siempre la yama encendida
al calor de mis paisanos,
que se apiñaban ufanos
por lo que fuera mi suerte,
por eso me hicieron juerte,
tesonero y luchador,
pa’ defender con honor
mi bandera hasta la muerte.

Mi lucha no es belicosa
ni tampoco mesurada,
es por mi tierra adorada
por ver mi Patria gloriosa;
en la sangre me retoza
toda una idea ferviente:
si hubieron tantos valientes
que dieron por tí, la vida,
queda esa yama encendida
sin reveses de tu gente.

Una luz sigo buscando
en tremenda oscuridá,
hurgando una realidá
que me viene repechando;
me gustaría que cuando
encuentre el rumbo elegido,
por lo tanto que he sufrido
por ver mi tierra mejor,
con firmeza y con honor
ver mi pueblo protegido.

Acaso pudiera ser
que al repasar lo vivido,
me sienta un poco dolido
por lo que no pude hacer,
pero siento que el deber
de todo buen argentino
es enseñar el camino
que quieren borrar estraños
embajadores del daño
que ignoran nuestro destino.

Yo me apego a la bandera
al calor de mis hermanos,
para defender ufano
mi Patria y su sementera,
puedo gritar donde quiera
porque en la sangre se inflama
los desteyos de esa yama
que en mi sentir se agiganta
y brota de mi garganta
esta sentida proclama.

Por los golpes del destino
dejé mi tierra querida
buscando algún “salvavidas”
a mi maltrecho camino,
ansí jué que peregrino
tras los Andes hice nido,
donde un amigo querido
me dio trabajo y cobijo;
yo estrañaba tanto a mi hijo
como al suelo en que he nacido.

Y ya ven: sigo luchando
siempre con la misma fe,
buscando ese rayo que
vaya mi tierra alumbrando,
por eso voy calculando
hacer la güeya camino,
para cumplir el destino
que todo argentino sueña
de ver bien limpia la enseña
de nuestro suelo argentino.

Versos de Rubén Julio Garaventta

viernes, 4 de julio de 2014

¡ POBRE RANCHO !

¡Pobre rancho! donde ayer
ebrio de placer inmenso,
gozaba de amor intenso
del alma de una mujer;
yo que ayer te supe ver
de madreselvas ornado,
voy al verte  derrumbado
sobre el polvo del camino,
maldiciendo tu destino
me postro y lloro a tu lado.

Como un espectro en la pampa
donde ablandé un redomón,
solo se ve tu armazón
¡rancho de bonita estampa!
Hoy tan solo el búho acampa
en un trozo de tu alero,
bajo el cual sentí un te quiero
de la que tanto adoraba,
y que siempre te cuidaba
con cariño y con esmero.

Rancho viejo, rancho amigo
como ayer, bajo tu alero,
ya no puedes al viajero
prestarle modesto abrigo;
ya no eres mudo testigo
de algún idilio de amor,
porque cual marchita flor
por el viento deshojada,
hoy has rodado a la nada
después de ser esplendor.

Las aves que ayer gorjearon
en tu enramada hechicera
al transformarte en tapera
presurosas se alejaron;
todos, todos te olvidaron
pobre rancho de terrón,
menos yo, que con tesón
mis cantares te he brindado,
porque te llevo grabado
dentro de mi corazón.


Versos de Mariano N. Cuello

LA PUESTERA

Hay en la inmensa espesura
de nuestra selva frondosa,
como una perla preciosa
en los abismos del mar,
una morocha que encanta,
y que ríe cuando llora
porque así aprendió a llorar.

Lleva en sus ojos la noche;
en sus mejillas la aurora;
es la virgen seductora
que enternece y da placer,
es el trino melodioso
del zorzal que la cautiva,
es paloma, y es mujer.

Ella nació en la ranchada
del puestero de la estancia
do pasó feliz la infancia
sin pensar y sin sentir,
hasta que un día, alargando
el ruedo de su vestido,
un paisano decidido
comenzó a hacerla sufrir.

Cuando en la tarde un jinete
a lo lejos se divisa,
en su rostro una sonrisa
deja traslucir de amor
y abandonando la aguja
que zurce la muselina
suspira triste la china
y se oprime el corazón.


Versos de Daniel Elías

Fuente revista "El Alma Que Canta" -sin fecha-